Hola a todos:
Casi tres años después de publicar la
última entrada, he decidido retomar mi blog, y publicar entradas
periódicamente, en la medida de lo posible. La verdad que esta vida de locos
nos deja tan poco tiempo para nada… Cuando fui madre sabía que iba a tener que dejarlo
de lado por un tiempo, pero, ¿tres años? Yo creo que ya está bien ¿no?
Bueno, tras esta breve
introducción, vamos al lío, los MACARONS. Aunque voy a escribir esta
entrada tras haber hecho una hornadita
de deliciosos macarons de pistacho, voy a dividirla en dos, porque esta primera
parte sirve para todas las veces y todas las recetas de macarons que hagamos.
Vamos, que es más un artículo que una receta. La receta de los macarons de
pistacho la publicaré aparte. Cuando me he puesto a escribirlo me he dado
cuenta de que tenía tantas cosas que decir, que mejor hacer un artículo solo de
consejos y de mi propia experiencia, y luego ya poner la receta en otra entrada
a parte.
Ay, los macarons, qué de
quebraderos de cabeza nos traen a los que nos aventuramos a intentarlo.
La primera vez que oí, mejor
dicho, que leí, esta palabra, fue hace ya 4 años, cuando me iba a casar.
Estábamos buscando sitio para la celebración, y leyendo los menús, del que al
final fue el elegido, ponía que con el café servían “sus exquisitos macarons”.
No había oído esa palabra en mi vida. Rápidamente, chiquiportátil en mano (palabra que en mi familia usamos
para denominar al netbook) me puse a buscar qué leches era eso de los macarons
(no iba a poner en mi boda algo que no sabía lo que era, no señor) y, aparte de
descubrir lo que eran, me sorprendió la cantidad de blogs de cocina que
publicaban recetas para hacerlos. Pero me sorprendió aún más lo que decían esos
blogs. Que eran todo un reto para cualquier cocinillas que se precie. Que eran
muy difíciles de hacer. Y no lo entendía. Solo veía 4 ingredientes, y una
especie de galletitas redondas de colores, muy simples, que se juntaban con un
relleno, como si fueran galletas oreo. Y pensaba, ¿qué puede tener esto de
complicado? Evidentemente, en el primer intento, lo entendí. Y creo que en el
segundo también. Y puede que hasta en un tercero. No recuerdo muy bien cuántos
intentos hice hasta que me salieron, porque ya os digo que fue hace cuatro años
cuando hice mis primeros macarons. Lo que sí recuerdo es que tampoco tardé
mucho en obtener, al menos en apariencia, lo que veía en las fotos de internet.
Y digo al menos en apariencia porque nunca había probado uno, solo había visto
fotos. Fui probando varias recetas que fui viendo, probando varios trucos, con
claras recién extraídas del huevo, con claras pasteurizadas, y desde que me
salieron la primera vez, la verdad es que me salían casi siempre. Pero aun así
no estaba del todo contenta, porque a veces, los veía subir en el horno, pero
luego al apagarlo se bajaban, por lo que la siguiente vez los dejaba más tiempo
y se empezaban a tostar. Y en mi opinión, se quedaban demasiado duros y secos
por dentro, aunque no sabía si tenían que ser así. Luego ya aprendí que no, que
tienen que quedar jugosos por dentro. Y finalmente di con esta receta. La
autora es una experta en el tema. Ya no recuerdo en qué blog vi el enlace a su
artículo demystifying macarons, pero
fue toda una revelación. Yo tengo la suerte de que gracias a mis padres y a su
esfuerzo e insistencia en que aprendiera inglés, puedo entender este idioma sin
ninguna dificultad, pero como sé que no todo el mundo tiene esa suerte, os traduzco la receta para que podáis también sacar provecho de la misma.
Si veis el artículo, da tres
recetas, con merengue francés, merengue italiano y merengue suizo. Pero como
todos sabéis, el menos engorroso es el francés, por lo que yo no me complico,
los hago siempre con este.
Creo que la última vez que hice
macarons estaba aún embarazada, y ya hace casi 3 años de eso (se dice pronto).
Así que de mi primera etapa poco más os puedo decir. Pero ahora estoy decidida
a hacerlos con cierta frecuencia y a probar distintos sabores y rellenos. Ahora
que al volverlo a intentar, me han salido mejor todavía que entonces, y creo
que ya le tengo el truco pillado al horno, uno de los grandes intríngulis de
esta receta, según mi opinión. Ya sabéis que cada horno es un mundo, ahí sí que
tenéis que ir probando, pero para mí lo que mejor funciona es precalentar a 150° y
hornear 15 minutos a esa temperatura.
Pero el horno no es el único
escollo que tendremos que salvar. Hacer macarons a veces es un poco frustrante,
porque cuando no te salen el problema no es que no te salgan, el problema es
que no sabes qué es lo que ha fallado. Yo leí e investigué mucho antes de
ponerme a hacerlos, leí en qué habían fallado los demás y luego comparaba con
lo que me pasaba a mí y de ahí iba sacando pistas. He leído muchas veces que
conviene dejar “envejecer” las claras antes de hacerlos, pero yo no lo he hecho
nunca y me han salido. No digo que no ayude, pero en mi caso no ha sido
necesario. También he leído que con claras pasteurizadas no salen, y yo os digo
que los he hecho con claras pasteurizadas muchas veces, y sí salen. También me
asustaba mucho cuando leía sobre el macaronage
o lo que es lo mismo, la integración del merengue con la mezcla de azúcar y
almendras, que si 50 batidas, que si primero deprisa y luego despacio, que si
no hay que pasarse, pero tampoco hay que quedarse corto. Yo decía, madre mía,
esto va a ser imposible. También al principio leí que había que tamizar las
almendras molidas. Y lo hice. Pero es un rollo. Lo hice un par de veces, con un
colador, pero se tarda mucho. Y la paciencia no está entre mis cualidades. Así
que ya no lo hago. Y salen.
Para mí lo más importante, casi
más que el tema del horno, es la consistencia de la masa. No debe ser muy
líquida, pero tampoco debe ser demasiado espesa, tiene que ser lo
suficientemente espesa como para formar una montaña cuando cae, pero lo suficientemente
líquida como para que esa montaña se descomponga y quede un círculo plano y
liso, sin piquitos. Es difícil de explicar por escrito, si puedo subo un video
para que veáis a qué me refiero. También es muy importante dejarlos secar como
una hora antes de meterlos en el horno, para que se cree una película por
encima y facilite la formación del pie y evitar que salgan grietas en la parte
superior. Sin embargo, yo creo que alguna vez no lo he hecho y me han salido,
pero recomiendo hacerlo, esto sí que lo hago siempre ahora. También es muy
importante dejar que se enfríen bien antes de tocarlos y rellenarlos, salen muy
tiernecitos del horno y al mínimo toquecito se estropean. Además no se despegan
bien hasta que están totalmente fríos.
Creo que si más o menos seguís
todos estos consejos, tendréis éxito enseguida. A mí me funciona bastante bien.
Eso y optimismo. El optimismo y el pensar que nos van a salir estupendamente
son muy importantes.
Si queréis, podéis empezar con
la receta de macarons de pistacho rellenos de ganaché de chocolate blanco, porque están bueníiiiiiisimos.
Besos!